Cuando duele el amor

Todo mundo camina por la vida buscando la felicidad, el estado ideal, ese gran amor que esperamos encontrar y vivir para siempre.
Un día así sin pensarlo, conoces a ese alguien especial con el que no necesitas decir nada para hacer click, que sientes te conoce y te entiende y que sientes conocer y entender aún sin que diga nada, esa persona con la que sólo un encuentro de miradas dice más que mil palabras, que transmite sentimientos innequívocos y que te hace vibrar, no se diga ya de un roce de manos, de un abrazo, un beso, mil caricias... sientes entonces que has vivido para llegar a este momento y todo lo que antes pasaste valió la pena con tal de llegar a este presente magnífico que no cambiarías por nada en el mundo.

Vives para el otro, piensas para el otro, respiras por el otro... y lo más increíble, sientes que todo éso es correspondido en la misma medida... El suelo que caminas es de nubes, el smog es como brisa marina y el agobio de la cotidianidad te sabe a flores, nada en el mundo puede quitarte esa sonrisa de la cara, esa luz en la mirada es como estar anesteciado... Cada día que pasa vives para esa persona, cuentas los segundos para estar con ella y éstos cada vez se hacen más largos, tan largos que si esa llamada que esperas puntualmente a las nueve de la mañana y que es tu motor un día no llega, sientes como que algo te falta. Ese estado somnoliento que te sabe a fresas, ese hueco en la boca del estómago donde mil mariposas vuelan inquietas, se te vuelve una adicción.... Un día cuando bailas en el cielo, sientes que tu pareja no lleva el mismo ritmo, que los vaivenes estan a destiempo, que la brisa marina no te llega y el olor a fresas se te escapa. Las llamadas se van espaciando y tu andar con prisa emocionado se va transformando en un agobio como recorrer el mundo cargando una pesada lápida en el corazón.... los ojos que sabíasleer de memoria no te dicen nada y cuando quieres leer esos pensamientos encuentras una barrera de hielo que no te permite cruzar... las mariposas que habitaban tu estómago se han mudado y en su lugar queda un vacío que te oprime y te llega hasta el alma, tu sonrisa, se ha transformado en una mueca de dolor y el brillo en la mirada ya no existe más, en su lugar, brotan ríos de lágrimas amargas... la adrenalina por el próximo encuentro se vuelve un compás de espera interminable y es cuando te das cuenta de que "amas", de que ese amor te duele tanto que no tienes fuerza para continuar...

Estamos educados para sentir que entre más sufres más amas, que el amor es dolor también... éso no es verdad, el amor no debe doler... y si duele no es un amor sano, es una dependencia que nos daña, nos anula y no nos permite continuar, ese amor debe ser extirpado como un tumor maligno y continuar; reconstruirnos y ver hacia delante, permitirnos voltear la mirada a aquello que tal vez ya está ahí y no sabíamos... abrir la puerta de la razón junto con la del corazón y dejar entrar nuevos sentimientos a lo mejor no tan explosivos como los anteriores (o quizá iguales o mayores) pero sensatos, relajados, armoniosos, que nos transporten al cielo del amor, pero también que nos permitan seguir siendo nosotros mismos.Que no nos duela el amor... EL AMOR NO DEBE DOLER